
los calçots, una variedad de cebolletas especialmente cultivada para este propósito, se asan directamente sobre brasas de sarmientos y se comen con la mano, aderezados con una salsa especial, la salvitxada, similar a la romesco. Mientras tanto, las brasas se aprovechan para asar carnes o embutidos para el segundo plato.
Cocidos en su punto, la capa exterior de los calçots se calcina, dejando el interior tierno y cremoso.
Tradicionalmente se llevan a la mesa sobre una teja de barro, que ayuda a conservarlos calientes. El procedimiento de ingesta — arrancando la capa carbonizada con las manos — hace inevitable mancharse, por lo que es tradicional ponerse un enorme babero que llega del cuello hasta las rodillas. Las fechas típicas para degustar esta especie de cebolla dulce es durante los meses de invierno y primavera.
Vale, vale, resumiendo que si nos vamos de calçotada en febrero. Apuntaros y ya buscaremos la fecha mas conveniente para todos.